El PH ácido y alcalino, y su relación con la salud
El pH es la unidad de medida utilizada para medir la acidez y alcalinidad de una solución. Nuestro cuerpo está diseñado para vivir en equilibrio y no tolera más que una pequeña diferencia entre alcalinidad y acidez. Cualquier desequilibrio en nuestro pH provocará problemas en nuestra salud.
El ph y la salud
La escala del pH abarca un rango que va del 1 al 14, siendo el 7 neutral. Las soluciones con un pH inferior a 7 son ácidas y aquellas superiores a 7 son alcalinas.
Muchos artículos que hacen referencia a este tema nos pueden llevar a pensar que un pH ácido es malo y uno alcalino es bueno. Esto no es exactamente así ya que en nuestro organismo los límites del pH están entre 5 y 9, dependiendo de la zona del cuerpo. La piel por ejemplo, es poco ácida. La orina es más ácida y en cambio la saliva más alcalina. Depende de la sustancia u órgano que se mida.
La medida más importante es la de la sangre ya que afecta directamente a nuestra salud celular. El pH de la sangre debe mantenerse entre 7.32 y 7.42, si estuviera fuera de este rango no podríamos vivir.
El equilibrio ácido-alcalino del organismo es vital para mantener un buen estado de salud. Un desequilibrio del pH puede originar distintos trastornos que acabarán desarrollando diferentes enfermedades de gravedad y que ponen en riesgo nuestra vida como el cáncer.
[Tweet «Un factor que puede desequilibrar el pH con facilidad es una mala alimentación»]
¿Qué efectos causa un pH ácido en nuestra salud?
El principal motivo por el que se suele desequilibrar el pH del organismo es por una mala alimentación.
Con una dieta rica en azúcares, alimentos procesados, animales de granjas industriales… Junto con otros factores que también intervienen en el desequilibrio del pH como son la negatividad, el estrés, la fatiga, la falta de sueño, la falta de ejercicio… etc, podemos dar por seguro que aumentará la acidez en el organismo lo que puede provocar una lista muy larga de trastornos y enfermedades.
Algunas de estas causas:
- Pérdida de energía, fatiga
- Sensibilidad e irratibilidad
- Mucosidad y congestión
- Alteraciones en el sistema digestivo y del hígado
- Cálculos renales y de vesícula
- Alergias
- Inflamación
- Artritis, osteoporosis, artrosis, reúma, gota…
- Problemas respiratorios como bronquitis crónica o sinusitis.
- Cefáleas y migrañas
- Úlceras
- Endurecimiento de los tejidos
- Problemas en la piel, eczemas
- Estrés físico y mental
- Nerviosismo, irratibilidad
- Piernas cansadas y retención de líquidos
- Rampas musculares
- Defensas bajas
- Enfermedades crónicas
- Proliferación de bacterias malignas
- Enfermedades cardiovasculares
- Diabetes
- Cáncer
Y la lista sigue…
Alimentos que favorecen la acidificación del organismo
Cuando digerimos proteínas de origen animal se producen varios ácidos como el sulfúrico, úrico y fosfórico que normalmente son filtrados por los riñones y eliminados con las heces. Cuando el consumo de alimentos de origen animal es excesivo nuestro cuerpo no tiene la capacidad de eliminar todos estos ácidos.
En consecuencia, estos ácidos se almacenan en diferentes partes de nuestro cuerpo, con el tiempo se pueden enquistar y acabar provocando diferentes enfermedades.
Si nuestra calidad nutricional es de baja calidad, sólo es cuestión de tiempo antes de que aparezcan los primeros síntomas de alguna enfermedad.
Por lo tanto, debemos controlar los alimentos ácidos que consumimos e intentar y hacer todo lo posible para no consumirlos en exceso.
Los alimentos más ácidos son:
- Azúcar: Todos los tipos de azúcar, sobretodo los refinados
- Productos lácteos: huevos, queso, mantequilla, leche, yogur, helados, cremas…
- Todas las carnes: buey, cordero, conejo, ternera, cerdo, pollo, pavo…
- Pescados y mariscos: todos en general.
- Vinagre de vino
- Frutos secos: cacahuetes y sus derivados, avellanas, nueces, pistachos.
- Alimentos fermentados, procesados y con aditivos
- Cereales: cereales refinados, pan, arroz blanco.
- Aceites: aceites cocinados, margarinas.
- Bebidas: café, alcohol, bebidas carbonatadas, bebidas enrgizantes, cacao, zumos pasteurizados.
- Edulcorantes: edulcorantes artificiales, azúcar, fructosa, sacarina, sucrosa, miel, caramelos.
- Salsas: salsas y otros alimentos fermentados como el ketchup, mostaza, mayonesa, salsa de soja, tabasco, wasabi.
Las carnes, la leche y los productos lácteos en general son muy ácidos. El vinagre de vino también, pero en cambio el de manzana es beneficioso para la salud.
Un caso curioso es el del limón que a pesar de tener un sabor muy ácido es justamente lo contrario, alcalino.
[Tweet «Una alimentación saludable, produce células saludables.»]
¿En qué consiste la dieta alcalina?
Si orientamos nuestra alimentación hacia la dirección alcalina, donde la dieta esté llena de alimentos vegetales, aportaremos a nuestro organismo nutrientes, clorofila, vitaminas, minerales y oxígeno.
Una dieta alcalina es saludable. Está compuesta básicamente de verduras frescas, frutas, legumbres y mucha agua. Se evita en gran medida los alimentos de origen animal pero sobretodo los alimentos procesados, azúcares, harinas procesadas, la cafeína y el alcohol.
La dieta alcalina es fuente de energía, de ahí que muchos deportistas apuesten por este tipo de alimentación.
También es beneficiosa para aquellas personas que necesitan o quieren bajar de peso de una forma saludable.
La dieta alcalina además previene el desarrollo de cáncer, de diabetes, previene la pérdida ósea, el desgaste muscular, mantiene el colesterol a raya… y mucho más.
Según la Asociación Americana Contra el Cáncer las personas que siguen una dieta alcalina o vegetariana sufren menos cáncer.
¿Qué alimentos son más alcalinos?
Cómo decíamos, la dieta alcalina está compuesta básicamente de alimentos vegetales. Aún así, os vamos a dejar una relación de los alimentos más alcalinos que os pueda servir de referencia si queréis descubrir las ventajas de esta dieta.
- Verduras y hortalizas: Acelgas, apio, berenjena, achicoria, berros, boniato, brócoli, calabacines, calabaza, canónigos, las coles, endivias, espárragos, espinacas, tomates, guisantes. remolacha, judía verde, lechuga, pimientos, pepino.
- Legumbres: Lentejas, alubias, garbanzos, guisantes, tofu, soja.
- Frutas: Aguacate, coco, lima, limón, pomelo, aceitunas.
- Frutos secos: Almendras no tostadas, pulpa de coco, semillas de calabaza, semillas de lino, semillas de sésamo.
- Raíces y tubérculos: Cebolla, ajo, nabo, rábano, remolacha, zanahoria, patata.
- Hierbas aromáticas: Perejil, cilantro, menta, estragón, salvia, tomillo, romero.
- Aceites: aceite de coco, aceite de aguacate, aceite de oliva y aceite de linaza.
- Bebidas: Agua, agua de coco, leche de almendras, infusiones, rooibos, agua con limón.
Comparto totalmente tu opinión. Sin lugar a dudas hay que tener todo esto muy en consideración.
Gracias por leernos Recetas Cocina 😉